Vértigo
Se grabó de forma permanente aquella imagen y creo no recordaré mucho más que aquel instante en el que me dirigía hacía su despacho. Ella, paralizada y callada me miraba. Yo jugando al despiste, con mi bloc de notas, como siempre.
La tensión se respiraba desde lejos mientras cerraba la puerta y tomaba asiento. Aquella energía inerte me envolvió y entonces lo supe, desde la distancia, en silencio.
Fueron suficientes tres palabras, "No sé cómo..." Del resto no recuerdo más que turbiedad. Mis ojos luchaban por centrarse y fijar la mirada en aquella figura, borrosa e insensible mientras mi mente viajaba por los mil y un momentos vividos por y para, y que se iban evocando, martirizando mi resistencia. Mi cuerpo afligido, intentaba corresponder a la serenidad, inútilmente. Me envolví entonces de lágrima y pavor y deseé despertar.
Todavía hoy, intento hacerlo, pero el insomnio me indica que el sueño está lejos y la realidad me persigue. Afrontar durante cuatro días después, la agonía de levantarme como siempre, a la misma hora de siempre, encender mi ordenador, repasar el correo y haciendo ver que todo sigue igual aun sabiendo que las horas están contadas y que mi muerte se decidió en un ensayo de laboratorio tres años atrás.
Me alimenta el ego, me empuja la rabia y me serena el nuevo abismo que se abre paso sutilmente a medida que se acerca la indecisión. Ejecuto por momentos un Brainstorming suicidándose cada idea que aparece. Torturo al descubrimiento quedándome en el umbral, contemplando los nuevos rumbos desde este escenario donde resido y donde cada actor que se me cruza no es más que una ficción generada por mi imaginación.
Siento que se acerca el poder de esta inestabilidad, de la ruptura. Viajo en su vértigo
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