Salta

Se difuminó el instante de paciente deseo , dejando en sus manos el desprecio y su ego inútil.
Saltó anudando una nueva soga a su cuello y mientras caía, con él, su venganza fría trató de empujarla de nuevo. La miró, la  recorrió absorbiendo por un instante el débil aliento que sustentaba aquella ilusión, mientras, la muerte ansiada de aquel recuerdo, fraguaba al recorrer cada una de sus heridas, decepcionadas y sin sentido.
Y  la marea, se retiró al paso de la evidencia, dejando al aire y saciada, aquella sed que la torturó por un tiempo.
Sola, descansa cada día cuando regresa de la rutina, tocando suelo llena de certeza. Triste, sonríe por dejar morir al lastre.






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