Mordisco inminente

De entre todos los presentes, la serpiente me eligió a mi.

Aun sabiendo que su mordisco de muerte era inminente, la estrategia por escapar e intentar esquivar su primitivo instinto fue una realidad.
Me escondí en un lavabo, tapié agujeros y rendijas, cerré la puerta y esperé.
Cuando parecía que me había reído de su ignorante percepción, ví como avanzaba lenta y sigilosamente para sorprenderme desde un lugar que había olvidado. Me había despistado.
La reacción, poco inteligente, fue salir de aquel agujero en el que me había metido aún llamando poderosamente su atención.

Logré escapar aquella vez, pero se que me perseguirá silenciosamente hasta que logre su objetivo: dar conmigo.

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